La influencia de los cuentos en las películas Disney
De la imaginación de los guionistas de la todopoderosa factoría Disney nadie puede dudar. De sus mentes han nacido historias maravillosas e inolvidables. Pero también es cierto que muchas de sus películas, y precisamente esas que han quedado para siempre en la mente de quien las ha visto, no son más que adaptaciones de cuentos. Relatos a veces ya muy famosos, otras no tanto.
Blancanieves fue la primera película basada en un cuento, en este caso de los hermanos Grimm. Una película maravillosa y que sigue encandilando a pesar de que han pasado casi 80 años desde que se estrenara.
Después de ella llegaron muchas otras: Pinocho en 1940, La Cenicienta en 1950, La bella durmiente en 1959, y mucho más recientemente La Sirenita o Rapunzel. Historias siempre inolvidables y de una producción exquisita, como no podía ser menos cuando se habla de Disney.
Pero lo que no todo el mundo sabe es que la gran mayoría de estas películas se basan en cuentos que tienen un desarrollo bastante diferente e incluso desenlaces alejados de lo que nos cuenta Disney en sus películas.
La factoría escogió el espíritu de estas historias y lo adaptó a un mundo de fantasía en el que el final es aquel que dice que “fueron felices y comieron perdices”. En algunos de los cuentos originales se desarrollan hechos que hoy en día podrían horrorizar incluso a las mentes más frías, desde mutilaciones a crueles asesinatos.
Pero en el momento en el que se escribieron los cuentos tenían su razón de ser, eran épocas duras en las que de esta manera se enseñaba a los más jóvenes a protegerse y se les alertaba de los peligros de la vida. Hoy en día nadie podría imaginar a una bella durmiente madre de gemelos antes de despertar, a las hermanas de la Cenicienta mendigando y ciegas porque unos pájaros le han arrancado los ojos o a la madrastra de Blancanieves sufriendo una cruel tortura hasta la muerte.
Disney edulcoró las historias para crear películas sencillas y emotivas, como lo han hecho las versiones adaptadas de estos cuentos. Al fin y al cabo, y afortunadamente, los tiempos avanzan, cambian y no es necesario ser tan explícito para enseñar una lección.